Me siento terriblemente mal.
Ni siquiera sé por qué, sólo sé que no quiero estar aquí.
Que se me cierran los ojos y no tengo claro si quiero despertar.
El calor de la estufa al contacto con mis pies es lo único que me reconforta un poco.
Tengo mucho frío.
No tengo hambre. Mi madre querrá que coma.
Y yo solo quiero dormir y evadirme un poco de esta tristeza que me asola.
Quizás sea cierto después de todo, quizás solo pueda estar contenta a su lado.
No debería tener que soportar esa carga.
jueves, 30 de noviembre de 2017
martes, 28 de noviembre de 2017
Not a coffee
Después de toda esa cascada de emociones que ha surgido esta tarde, ahora me siento como si estuviera vacía. O como si una bola invisible se estuviera haciendo más y más grande y cuando explote el mundo deberá prepararse para mi cólera. Sí, es probable que sea algo más parecido a esto segundo, pero por ahora voy a autoengañarme un poco y pensar que después de tanta rabia y tantas lágrimas ya no hay nada más. Porque él no quiere volver conmigo. Ni le hizo falta pensárselo, lo tenía claro como el agua. Y yo solo pensaba en besarle. En abrazarle. En sentir su puñetero calor. En estar en la cama a su lado y oírlo roncar. No ha cambiado tanto, después de todo. Porque sus bromas siguen siendo las mismas. Su forma de responder es igual. Ni siquiera ha cambiado su tic. Y yo no hacía más que llorar y reír a la vez y así no hay quien mantenga una conversación adulta. Me duelen los nudillos de arañarme. Me duelen los ojos de llorar. Me duele la cabeza de pensar. Me duele el corazón... supongo que de tener tanto sentimientos contradictorios dentro. No le he contado lo de Sebas, no sé si Nefestifre le contaría algo pero no me sentí con fuerzas. Quería hacerlo, joder, quería ponerlo celoso y que pareciera que lo había superado porque, hostias, estoy enrollada con otro chaval. Pero resulta que me importa lo que piense de mí. Me importa que pueda pensar que, precisamente por creer que lo he superado, no quiera volver conmigo, y está claro que igualmente no quiere volver.
Estaba muy guapo.
Estaba muy guapo.
lunes, 27 de noviembre de 2017
Just a coffee
Esto es una mierda.
En realidad no.
Es una putada. Para ti. Para mí. Para todos a nuestro alrededor.
Nunca me he considerado posesiva, nunca he sucumbido a mis celos, nunca he pensado que debía ser el centro del mundo para alguien. Quería serlo, por supuesto, pero fui capaz de racionalizarlo y no lo exterioricé demasiado. Ahora me encuentro este vaivén de felicidad y tristeza a partes iguales, sintiéndome incómoda en mi propia casa y sin poder hacer nada para evitarlo. Intentando parecer impersonal con él pero sin que me salga demasiado bien. Puede que se me note demasiado que necesito verlo. Pero luego estoy contigo y se me pasa todo, y todo mi universo eres tú, no necesito nada más. No deberías tener esa responsabilidad, no deberías ser la causa de mi felicidad.
No quiero verlo mañana. Pero sí quiero. Pero me voy a sentir tan mal que me asusta. Y no voy a poder verte después para que me consueles, y de todas formas ese no es tu trabajo, no puedo refugiarme bajo tu abrigo cada vez que tenga ganas de llorar por culpa de otro chico. No es justo.
No sé si estas cosas te molestan. Me asusta demasiado preguntarte. Te hice daño cuando ayer te dije que besé a Miguel. Sabes que sigo sintiendo algo por Julio, ¿eso te molesta? No quiero hacerte daño pero no puedo mentirte. Para variar, supongo que le estoy dando demasiadas vueltas. Y sin embargo tiene ese punto morboso al que no puedo evitar aferrarme. Esa duda sobre si creerás que él es más importante que tú para mí. Esa posibilidad de que estés celoso por mi culpa. Sí, definitivamente soy una persona horrible.
En realidad no.
Es una putada. Para ti. Para mí. Para todos a nuestro alrededor.
Nunca me he considerado posesiva, nunca he sucumbido a mis celos, nunca he pensado que debía ser el centro del mundo para alguien. Quería serlo, por supuesto, pero fui capaz de racionalizarlo y no lo exterioricé demasiado. Ahora me encuentro este vaivén de felicidad y tristeza a partes iguales, sintiéndome incómoda en mi propia casa y sin poder hacer nada para evitarlo. Intentando parecer impersonal con él pero sin que me salga demasiado bien. Puede que se me note demasiado que necesito verlo. Pero luego estoy contigo y se me pasa todo, y todo mi universo eres tú, no necesito nada más. No deberías tener esa responsabilidad, no deberías ser la causa de mi felicidad.
No quiero verlo mañana. Pero sí quiero. Pero me voy a sentir tan mal que me asusta. Y no voy a poder verte después para que me consueles, y de todas formas ese no es tu trabajo, no puedo refugiarme bajo tu abrigo cada vez que tenga ganas de llorar por culpa de otro chico. No es justo.
No sé si estas cosas te molestan. Me asusta demasiado preguntarte. Te hice daño cuando ayer te dije que besé a Miguel. Sabes que sigo sintiendo algo por Julio, ¿eso te molesta? No quiero hacerte daño pero no puedo mentirte. Para variar, supongo que le estoy dando demasiadas vueltas. Y sin embargo tiene ese punto morboso al que no puedo evitar aferrarme. Esa duda sobre si creerás que él es más importante que tú para mí. Esa posibilidad de que estés celoso por mi culpa. Sí, definitivamente soy una persona horrible.
domingo, 26 de noviembre de 2017
Hype
Mamá se empeña en preguntar. No se da cuenta de que me hace daño su necesidad de información, no es consciente de lo mal que me hace sentir cuando me pone en la tesitura de si debo mentirle o no. Y debo hacerlo porque admitir que yo fui quién le habló a él sería volver muchos pasos atrás. Entonces me encuentro preguntándome cómo podría vestirme para conquistarle de nuevo, cuando sé perfectamente que esas tácticas nunca funcionaron con él. Y después Sebas se sorprenderá de que quiera estar todo el santo día con él, pero cuando me alejo me sumo en este pozo de miseria y remordimientos y necesidad de su amor. De sus palabras. De sus abrazos. Creo que quizás lo necesite de verdad, eso de quedar de nuevo con él. No hemos llegado al punto en el que me da mucho miedo preguntarle si está disponible, solo dejo claro que no quiero ser una molestia. Él no es Jesús. Y quién sabe, a lo mejor me ayuda a ser una persona nueva y evolucionada que se ha dado cuenta de que esa farsa de relación que pretendo querer volver a tener no puede llevar a ninguna parte. Para empezar, supongo que sería prudente esperar a ver si finalmente quedamos o ni siquiera se digna a volver a hablarme.
martes, 21 de noviembre de 2017
Vivo ergo sufro
Faltan dos días para mi cumpleaños y es muy triste que me sienta así de mal conmigo misma.
En este caso tengo tremendamente claro que es, en cierto modo al menos, culpa de mis malditos sueños. Porque, claro, ¿cómo iba a plantearme dejar de soñar con el resto del mundo? Estaba bien, de verdad, no necesitaba volver a martirizarme viéndolos a los dos: uno ignorándome y el otro sonriéndome. No sé qué me ha sentado peor. Son solo sueños, ¿por qué entonces me duele tanto el pecho cuando lo recuerdo, por qué se me pone la carne de gallina? Necesito un respiro.
Me dices que no piense, me dices que lo deje pasar. No me conoces de nada, no entiendes cómo me he sentido... cómo me han hecho sentir. No sabes lo crueles que han sido conmigo, cómo ese chico con el que he soñado hoy me dejó tirada alegando que no me quería cuando no era cierto, solo por un error. Éramos muy jóvenes, todo sea dicho, pero sigue doliendo. Él fue la primera capa. Y no ha sido la última. Y me encierro en mi mundo de tristeza y soledad pero a la vez necesito compartir mi sufrimiento para no ahogarme en la tristeza. Ahí estás tú. No lo entiendes. No entiendes nada. No entiendes que puedas parecerme lo mejor que podía ocurrirme ahora mismo. No entiendes que me sienta mal por saber que eres mejor que ellos. Que eres mejor que yo. Porque tú, con tu filosofía patatera de empanarte por las esquinas, manejas las emociones infinitamente mejor que yo.
Voy a terminar haciéndote daño y jamás voy a poder perdonármelo.
En este caso tengo tremendamente claro que es, en cierto modo al menos, culpa de mis malditos sueños. Porque, claro, ¿cómo iba a plantearme dejar de soñar con el resto del mundo? Estaba bien, de verdad, no necesitaba volver a martirizarme viéndolos a los dos: uno ignorándome y el otro sonriéndome. No sé qué me ha sentado peor. Son solo sueños, ¿por qué entonces me duele tanto el pecho cuando lo recuerdo, por qué se me pone la carne de gallina? Necesito un respiro.
Me dices que no piense, me dices que lo deje pasar. No me conoces de nada, no entiendes cómo me he sentido... cómo me han hecho sentir. No sabes lo crueles que han sido conmigo, cómo ese chico con el que he soñado hoy me dejó tirada alegando que no me quería cuando no era cierto, solo por un error. Éramos muy jóvenes, todo sea dicho, pero sigue doliendo. Él fue la primera capa. Y no ha sido la última. Y me encierro en mi mundo de tristeza y soledad pero a la vez necesito compartir mi sufrimiento para no ahogarme en la tristeza. Ahí estás tú. No lo entiendes. No entiendes nada. No entiendes que puedas parecerme lo mejor que podía ocurrirme ahora mismo. No entiendes que me sienta mal por saber que eres mejor que ellos. Que eres mejor que yo. Porque tú, con tu filosofía patatera de empanarte por las esquinas, manejas las emociones infinitamente mejor que yo.
Voy a terminar haciéndote daño y jamás voy a poder perdonármelo.
lunes, 20 de noviembre de 2017
Día D
Y pasó.
Y yo comparo.
Y me rallo. Vaya si me rallo. O rayo. Aún no lo tengo muy claro.
Pasó por insistencia, porque no podíamos salir de esa fría casa y que tú aún fueras virgen. ¿Que si me arrepiento? No. ¿Que si lo habría pospuesto? Pues quizás.
Todo me recordaba a esos momentos previos a un examen. Quieres que pasen las cosas y a la vez no quieres que llegue el momento de la verdad.
Caótico, frío, incluso un tanto decepcionante. Y, de repente, todo funcionó. No tengo muy claro el porqué, no tengo muy claro el cómo pero el caso es que de repente fue todo (casi) como la seda.
Aun así hay algo que me crispa, que no me termina de encajar, y no consigo averiguar qué es. Quizás los treinta segundos. Quizás tu negativa a darme cariño después. Quizás los tres intentos previos.
Probablemente el hecho de que no consigo dejar de pensar que fuimos allí para eso, no que eso surgió como consecuencia de haber ido. Te vestiste y me diste un abrazo. Te pusiste a fregar y yo solo quería seguir abrazada a ti desnuda en el sofá. Tengo la estúpida sensación de que lo nuestro fue coger las peores versiones del sexo espontáneo y el anticipado y juntarlas. La presión del anticipamiento, la frialdad de la rapidez.
Sé que es una tontería, como todo lo que escribo en este maldito blog, y quiero volver a hacerlo, una y mil veces más, pero quiero disfrutar yo también y quiero que entiendas que para mí el sexo no es solo sexo, que ahora has creado un vínculo más intenso entre nosotros y probablemente no seas consciente de ello, pero para mí esto es muy importante, tengo la impresión de que más que para ti.
Y yo comparo.
Y me rallo. Vaya si me rallo. O rayo. Aún no lo tengo muy claro.
Pasó por insistencia, porque no podíamos salir de esa fría casa y que tú aún fueras virgen. ¿Que si me arrepiento? No. ¿Que si lo habría pospuesto? Pues quizás.
Todo me recordaba a esos momentos previos a un examen. Quieres que pasen las cosas y a la vez no quieres que llegue el momento de la verdad.
Caótico, frío, incluso un tanto decepcionante. Y, de repente, todo funcionó. No tengo muy claro el porqué, no tengo muy claro el cómo pero el caso es que de repente fue todo (casi) como la seda.
Aun así hay algo que me crispa, que no me termina de encajar, y no consigo averiguar qué es. Quizás los treinta segundos. Quizás tu negativa a darme cariño después. Quizás los tres intentos previos.
Probablemente el hecho de que no consigo dejar de pensar que fuimos allí para eso, no que eso surgió como consecuencia de haber ido. Te vestiste y me diste un abrazo. Te pusiste a fregar y yo solo quería seguir abrazada a ti desnuda en el sofá. Tengo la estúpida sensación de que lo nuestro fue coger las peores versiones del sexo espontáneo y el anticipado y juntarlas. La presión del anticipamiento, la frialdad de la rapidez.
Sé que es una tontería, como todo lo que escribo en este maldito blog, y quiero volver a hacerlo, una y mil veces más, pero quiero disfrutar yo también y quiero que entiendas que para mí el sexo no es solo sexo, que ahora has creado un vínculo más intenso entre nosotros y probablemente no seas consciente de ello, pero para mí esto es muy importante, tengo la impresión de que más que para ti.
domingo, 19 de noviembre de 2017
¿Día D?
Va a hacer una semana que escribí la última entrada. Esa entrada en la que reitero que me dijiste que me querías. Has vuelto a hacerlo, bien lo sabrás tú, pero hoy no quiero hablar de sentimientos, al menos no de ese tipo de sentimientos. El lunes pasado, en uno de esos momentos en los que la tensión pudo cortarse con un cuchillo por la necesidad de tus palabras, te dije que lo que sentías era lujuria. Tú no me quitaste la razón. Tampoco me la diste. Llevamos una semana entera alargando lo inevitable cuando no estoy segura de querer que ocurra. O sea, está claro que quiero que ocurra, lo que no sé es si quiero que ocurra ya. Nos conocemos desde hace ya cierto tiempo, pero realmente no nos hemos conocido hasta hace poco más de un mes. Todo está pasando demasiado rápido. Después llega el momento de la verdad y me cuesta contener los gemidos, pero no quiero arrepentirme de lo que pase entre nosotros y, sobre todo, no quiero que tú te arrepientas. Hay tantas cosas que podrían salir mal. Tantos momentos que podrían ser incómodos. Y después dices que le doy demasiadas vueltas a las cosas, que deje de pensar pero, agh, se han pifiado tantos momentos en mi vida que no quiero que me pase contigo, contigo no, contigo no quiero cagarla, necesito que algo me salga bien por una vez en mi maldita vida.
Veremos qué pasa mañana.
Veremos qué pasa mañana.
lunes, 13 de noviembre de 2017
Nothing more than feelings
Y... ... ... ... ... lo dijiste.
Probablemente en parte por presión, porque sabías que yo estaba deseando que lo dijeras. Y lo dijiste. "Te quiero... es lo que estaba pensando antes". Y puede que ahora te quiera más que antes. Puede que, ahora que ya está todo el principio dicho, pueda decirte por una vez qué siento realmente... aunque ni yo lo tengo demasiado claro.
Vayamos por partes:
- Hay cierta atracción física, eso está más que claro, aunque sigo sin determinar el punto en el cuál empecé a verte así. No eres mi tipo, seamos realistas. Eres demasiado alto, tienes el pelo demasiado corto y no te gustan los calzoncillos largos y anchos. Pero me gusta mirarte, me gusta tu cuerpo (es suavito) y, bueno, me gusta cómo hueles.
- Me lo paso muy bien contigo. O sea, no quiero que esto se infravalore, me lo paso bien contigo a niveles estratosféricos. Y no hace falta que estemos haciendo algo en concreto. Me puedes proponer tirarme en el coche contigo y está claro que te voy a poner cara de asco, pero en realidad me parece un plan maravilloso.
- Tenemos cosas en común, cosas muy importantes en común, de las que ninguno nos hartamos, y yo no puedo dejar de imaginarnos en Escocia compartiendo piso y eso sí que me parece un puto planazo.
- También hay cosas en las que no estamos de acuerdo, y vaya si es importante esta parte. Sería tan aburrido darse la razón continuamente, argumentar con los mismos argumentos, saber siempre las salidas del otro.
Y ahora me paro a leer todo lo que he escrito y... simplemente no es lo mismo. No es lo mismo que siento. No es esa ansia irrefrenable por comerte a besos, no es ese "vámonos" en mitad de la clase porque, simplemente, quiero prestarte atención a ti y no al profesor, no es ese bienestar que siento cuando estamos en el coche, esa inmensa paz que me transmites, no es ese escalofrío que recorre mi espalda cuando me rozas, no es esa vergüenza cuando me dices algo bonito. Simplemente, no lo es. Porque, joder, siempre me he expresado mejor por escrito, pero hay ciertas cosas que, supongo, no se pueden expresar más que en sonrisas, suspiros, miradas y demás moñería innecesaria.
Probablemente en parte por presión, porque sabías que yo estaba deseando que lo dijeras. Y lo dijiste. "Te quiero... es lo que estaba pensando antes". Y puede que ahora te quiera más que antes. Puede que, ahora que ya está todo el principio dicho, pueda decirte por una vez qué siento realmente... aunque ni yo lo tengo demasiado claro.
Vayamos por partes:
- Hay cierta atracción física, eso está más que claro, aunque sigo sin determinar el punto en el cuál empecé a verte así. No eres mi tipo, seamos realistas. Eres demasiado alto, tienes el pelo demasiado corto y no te gustan los calzoncillos largos y anchos. Pero me gusta mirarte, me gusta tu cuerpo (es suavito) y, bueno, me gusta cómo hueles.
- Me lo paso muy bien contigo. O sea, no quiero que esto se infravalore, me lo paso bien contigo a niveles estratosféricos. Y no hace falta que estemos haciendo algo en concreto. Me puedes proponer tirarme en el coche contigo y está claro que te voy a poner cara de asco, pero en realidad me parece un plan maravilloso.
- Tenemos cosas en común, cosas muy importantes en común, de las que ninguno nos hartamos, y yo no puedo dejar de imaginarnos en Escocia compartiendo piso y eso sí que me parece un puto planazo.
- También hay cosas en las que no estamos de acuerdo, y vaya si es importante esta parte. Sería tan aburrido darse la razón continuamente, argumentar con los mismos argumentos, saber siempre las salidas del otro.
Y ahora me paro a leer todo lo que he escrito y... simplemente no es lo mismo. No es lo mismo que siento. No es esa ansia irrefrenable por comerte a besos, no es ese "vámonos" en mitad de la clase porque, simplemente, quiero prestarte atención a ti y no al profesor, no es ese bienestar que siento cuando estamos en el coche, esa inmensa paz que me transmites, no es ese escalofrío que recorre mi espalda cuando me rozas, no es esa vergüenza cuando me dices algo bonito. Simplemente, no lo es. Porque, joder, siempre me he expresado mejor por escrito, pero hay ciertas cosas que, supongo, no se pueden expresar más que en sonrisas, suspiros, miradas y demás moñería innecesaria.
domingo, 12 de noviembre de 2017
Problemas, problemas...
Sigues sin decirlo y a mí sigue sin importarme, pero está empezando a generarme un problema: yo quiero decírtelo en continuo y no quiero crear más situaciones incómodas. Hemos llegado a este punto en el que no tenemos demasiado de qué hablar pero tampoco importa mucho, los silencios no son incómodos. Entonces te miro y un tsunami de sensaciones inunda mi cuerpo. Sonrío por no llorar de alegría. Pienso en todo lo que podríamos hacer juntos. Pienso en ti y en mí en Escocia, paseando bajo la lluvia y te juro que no puedo imaginar cómo podría ser más feliz. El estómago me hace cosas raras y noto un hueco que no es molesto en mi interior. Me miras y me dices que la cabeza me está echando humo. Qué tontería, ni que yo le diera vueltas a las cosas. Pero estoy tan bien contigo y tan triste sin ti que quiero exprimir cada segundo que tengamos juntos, por compensar.
Sé que algún día te vas a hartar de mí y quiero estar preparada para cuando ese día llegue, pero no me sale demasiado bien. Ahora mismo, lo creas o no, soy toda tuya. No dobles sentidos, no ironías. Podrías hacer lo que quisieras conmigo y yo me dejaría. La comodidad es cómoda, supongo, y ha llegado demasiado rápido y es que, joder, hueles tan bien que jamás podría resistirme a nada.
Sé que algún día te vas a hartar de mí y quiero estar preparada para cuando ese día llegue, pero no me sale demasiado bien. Ahora mismo, lo creas o no, soy toda tuya. No dobles sentidos, no ironías. Podrías hacer lo que quisieras conmigo y yo me dejaría. La comodidad es cómoda, supongo, y ha llegado demasiado rápido y es que, joder, hueles tan bien que jamás podría resistirme a nada.
jueves, 9 de noviembre de 2017
La zona de confort
Te dije que te quería. No me respondiste. No me importó. Y he aquí el quiz de la cuestión.
No te lo dije esperando una respuesta, sólo tenía la necesidad de decírtelo, y me daba exactamente igual lo que hicieras al respecto. Te quiero. Y no me importa decirlo porque es la puñetera verdad. Te quiero por hacerme sentir bien, por hacerme salir de mi círculo vicioso de amor no correspondido, por darme una oportunidad y no irte cuando todo parecía desmoronarse.
Por, básicamente, ser mi zona de confort.
Y es que esto puede sonar a tontería, pero todos debemos tener una zona de confort. Para algunos es su cuarto, para otros el lugar donde hagan deporte, para otros la calle. Pero yo, en estos últimos meses, no era capaz de encontrar la mía. Mi casa se convirtió en un lugar plagado de recuerdos centrados en mi cuarto, me siento mal solo de estar aquí. Estar con mis amigos era ver mi pasado en el presente, me lo paso bien con ellos pero no puedo encontrar prácticamente nada en común con ellos, solo nos une el mero paso por el mismo instituto y el cariño incondicional que ello suscita.
Y, de pronto, apareciste tú. Y me escuchaste. E intentaste entenderme. Y me seguiste el rollo cuando eso era lo único que necesitaba. Y, de pronto, me sentí tan a gusto contigo a mi lado que todo lo demás me dio igual. Es peligroso, lo sé, puedo hacerte mucho daño y no quiero hacerlo, puedo echarlo todo a perder y me encontraría al borde de la desesperación. Pero no quiero parar lo que sea que esté pasando, no quiero arriesgarme a que todo pueda acabar aunque sea tan tonta como para sentirme fatal por el hecho de echarte de menos, porque me asusta que puedas querer más y yo no esté preparada... o al revés.
No te lo dije esperando una respuesta, sólo tenía la necesidad de decírtelo, y me daba exactamente igual lo que hicieras al respecto. Te quiero. Y no me importa decirlo porque es la puñetera verdad. Te quiero por hacerme sentir bien, por hacerme salir de mi círculo vicioso de amor no correspondido, por darme una oportunidad y no irte cuando todo parecía desmoronarse.
Por, básicamente, ser mi zona de confort.
Y es que esto puede sonar a tontería, pero todos debemos tener una zona de confort. Para algunos es su cuarto, para otros el lugar donde hagan deporte, para otros la calle. Pero yo, en estos últimos meses, no era capaz de encontrar la mía. Mi casa se convirtió en un lugar plagado de recuerdos centrados en mi cuarto, me siento mal solo de estar aquí. Estar con mis amigos era ver mi pasado en el presente, me lo paso bien con ellos pero no puedo encontrar prácticamente nada en común con ellos, solo nos une el mero paso por el mismo instituto y el cariño incondicional que ello suscita.
Y, de pronto, apareciste tú. Y me escuchaste. E intentaste entenderme. Y me seguiste el rollo cuando eso era lo único que necesitaba. Y, de pronto, me sentí tan a gusto contigo a mi lado que todo lo demás me dio igual. Es peligroso, lo sé, puedo hacerte mucho daño y no quiero hacerlo, puedo echarlo todo a perder y me encontraría al borde de la desesperación. Pero no quiero parar lo que sea que esté pasando, no quiero arriesgarme a que todo pueda acabar aunque sea tan tonta como para sentirme fatal por el hecho de echarte de menos, porque me asusta que puedas querer más y yo no esté preparada... o al revés.
viernes, 3 de noviembre de 2017
Sexual healing
No debería molestarme lo que pasó. Es culpa mía, que me vine arriba. No es culpa tuya, que te dije desde el primer momento que no quería nada. Pero no pude evitarlo. Me molestó. Me dolió. Me hiciste sentir un objeto y nada más, me hiciste sentir que sólo me querías para perder la virginidad en algún momento más o menos cercano y ya está. Hiciste que me sintiera como si fuera a ser la primera, la práctica, con la que jugar un rato y liarla sin que te juzguen.
Y ahora estoy muy contenta y quiero transmitirte mi alegría. Quiero chocarla contigo porque, joder, puedo pedirme la erasmus. Pero no me siento con fuerzas para ello. Me preguntaste si quería hablar y quizás quiera hablar, pero no sé qué decirte sin quedar mal porque voy a parecer bipolar (de nuevo). Además, sé que no lo sientes así, sé que no estás enamorado de mí pero tampoco me quieres sólo como un objeto sexual. Pero soy una persona tremendamente insegura, quizás te hayas dado un poco de cuenta, y me muero pensando estas cosas.
Y ahora estoy muy contenta y quiero transmitirte mi alegría. Quiero chocarla contigo porque, joder, puedo pedirme la erasmus. Pero no me siento con fuerzas para ello. Me preguntaste si quería hablar y quizás quiera hablar, pero no sé qué decirte sin quedar mal porque voy a parecer bipolar (de nuevo). Además, sé que no lo sientes así, sé que no estás enamorado de mí pero tampoco me quieres sólo como un objeto sexual. Pero soy una persona tremendamente insegura, quizás te hayas dado un poco de cuenta, y me muero pensando estas cosas.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
La felicidad nunca me inspiró
Me duele la barriga como tantos años atrás. Me duele la barriga y sé que es por lo mismo, aunque quizás esta vez esté algo acrecentado por la ingesta poco moderada de alcohol de anoche. Me he tenido que tomar una pastilla porque estoy que no puedo con mi cuerpo, pero no me arrepiento de nada.
Y ahora me molesta un poquito menos tener que ir a la facultad por la mañana porque tú me recoges. Estoy contenta. Tremendamente contenta. No sé cuánto va a durar porque... en fin, porque soy yo, pero estoy contenta y feliz y no me importa tener que madrugar tantos días seguidos porque te voy a ver y me voy a reír contigo y voy a chincharte y a ponerte caliente.
No sé. Quizás lo sea, después de todo. No lo sé. No quiero preocuparme por eso. Quiero seguir poniéndole canciones y dormirme en su coche y planear viajes y querer ver Stranger Things pero está claro que al final no.
Y ahora me molesta un poquito menos tener que ir a la facultad por la mañana porque tú me recoges. Estoy contenta. Tremendamente contenta. No sé cuánto va a durar porque... en fin, porque soy yo, pero estoy contenta y feliz y no me importa tener que madrugar tantos días seguidos porque te voy a ver y me voy a reír contigo y voy a chincharte y a ponerte caliente.
No sé. Quizás lo sea, después de todo. No lo sé. No quiero preocuparme por eso. Quiero seguir poniéndole canciones y dormirme en su coche y planear viajes y querer ver Stranger Things pero está claro que al final no.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)