Hacía tiempo que no tenía tantos estímulos negativos a mi alrededor. Después del dolor (¿es excesivo llamarlo dolor?) que todos sabíamos iba a llegar por parte de Eduardo, viajo a la otra punta de Europa y lo encuentro a él. Si los flechazos existen este debe ser uno de ellos. Y es como Julio pero infinitamente más guapo. Tremendamente inteligente, conocedor de su belleza, disfruta de la atención que sabe que genera. Y yo me dije que solo iba a estar aquí un mes, puedo aguantar esa actitud estúpida de sabelotodo durante cuatro semanas porque al principio es divertido verlos intentarlo, verlos esforzarse en parecer más listos de lo que en realidad son. Y parecía que funcionaba pero no lo sé, los mensajes contradictorios se suceden y el idioma no ayuda. Me duele mi orgullo, mi necesidad de llamar la atención y la frustración que me genera no conseguirla de quien quiero. Pero me gusta escucharlo hablar, me encanta su puta sonrisa y me gusta la idea de no volver a verlo después de un mes. No bebió cuando dijimos si había fantaseado con alguien de la habitación pero sí cuando dijimos si había tonteado. Tengo demasiados años para andarme con estas mierdas, una detrás de la otra. Pero me habla en estonio y después dice que no se acuerda de lo que dijo. Y una mierda. Ojalá ser lesbiana, en serio.
sábado, 21 de enero de 2023
Juhan
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