miércoles, 26 de marzo de 2025

El gato está en celo

 Hoy ha sido un día raro. Ocupado. Por un momento pensé que llegarías hoy, pero tu mensaje a las seis de la mañana diciendo que habías llegado a Bucarest me sacó de mi error. Tener que salir de un curso para coger el metro e ir a otro podría ser la definición de toda una generación: no me da la vida, y eso que ni siquiera me pagan. He vuelto, he almorzado y he aplicado a una beca en Dublín para algo. No sé el qué. Tiene que ver con comunicación e investigación sobre calidad de trabajo y de vida. He empezado la segunda aplicación, esta vez en no sé dónde de Italia, algo que ver con la comida. Qué apropiado que todo tiene su departamento de comunicación. He mirado el calendario y tenía dos tareas pendientes: ir a hacer la compra y depilarme. Pensé que lo de hacer la compra mejor mañana para no sentirme culpable por usar la cuenta conjunta cuando tú no estás aquí, así que pensé lógicamente en depilarme. Es temprano, pero también quería arreglarme el pelo, echarme potingues como si no hubiera un mañana. Y la cosa es que no sé por qué lo estoy haciendo. Por qué voy a cerrar el ordenador y me voy a pasar una hora metida en el baño acicalándome como si fuera una niñata que va a su primera cita. Tengo la sensación de estar arreglándome para un funeral. Pero vienes mañana y yo no quiero tener pelos en las piernas. Como para que sepas lo que vas a perder. También lo pienso y me pregunto cuánto de esto es mi decisión y cuánto es constructo social. Me gustaría que tú también te arreglaras cuando sepas que vas a verme, pero no lo haces, no sientes ese je ne sais quoi de que todo irá mejor, de que causarás una mejor impresión si estás recién afeitado, si te recortas los pelitos, si te echas desodorante. Yo lo siento de vez en cuando y creo que está bien, sea mi decisión o no. Me gusta tener un motivo para arreglarme, independientemente de lo que eso signifique para cada cual. Pero ahora mismo no lo entiendo. No quiero acostarme contigo ni que me digas que estoy guapa o que vaya pelazo que me traigo o nada de eso. Sé que no lo vas a hacer, pero no quiero provocarlo. Quiero que llegues y que te vayas. O no. Pero sobre todo sí. La cosa es que empieza a hacer buen tiempo y hace sol y empieza a anochecer casi a las ocho y me gusta esta época cuando aun hace frío pero apetece estar al sol. Apetece usar pantalones cortos y morir de frío con ellos. Apetece follar sin manta y que me comieras los pies. Apetece hacer pizza y recordar el tinto y las aceitunas en la ventana de Santiago cuando no podíamos salir de allí. Apetece ir a Mairena, todo sea dicho, pero no lo haré. Apetece coger carretera y manta con esas flamantes luces nuevas. Pero respecto a ti no sé qué me apetece, si que te quedes o que te vayas. Por ahora me voy a depilar y voy a intentar convencerme de que lo estoy haciendo para mí y no porque crea que así tengo más posibilidades de que me hagas sexo oral (lo cual, ya lo sabemos de sobra, es una quimera).

No hay comentarios:

Publicar un comentario