Después de todo, sí fuiste el primero.
No voy a entrar en temas tan banales como el sexo o la capacidad para tener orgasmos o mierdas de esas. Ahí no hay nada de sustancia. Está bien, sí, lo reconozco, el sexo contigo es maravilloso, pero hoy no quiero hablar de eso. De hecho no creo que vaya a escribir nunca muy exhaustivamente sobre ello, al menos por aquí.
Has sido el primero con el que estoy bien desde hace más de medio año. Has sido la primera persona con la que no tengo ganas de llorar a todas horas. Contigo me siento a gusto. Tan a gusto que no tengo claro qué hacer ahora, más allá del hecho del viaje y todo lo que ello pueda conllevar. Para empezar, ni siquiera pensé que el viaje llegaría a efectuarse, era todo demasiado precipitado y aquí estoy, escribiendo gilipolleces cuando debería estar planeando todos los días y la maleta y subiéndome por las paredes. Pero, por primera vez, eso tampoco me agobia demasiado. No me importa qué vayamos a hacer, ni siquiera me molesta que aún no hayamos comprado los billetes de autobús y que igual nos quedemos en el aeropuerto toda la santa noche. No me importa. No me importa estar que no puedo con mi alma, pensar que igual al segundo día no puedo levantarme de la cama, que quizás prácticamente no duerma en esa semana. El frío que vamos a pasar. La lluvia. Quizás la nieve. Me da igual. En el buen sentido, porque solo quiero estar contigo. Quiero que me enseñes Bruselas y Ámsterdam, quiero hartarme de fumar y de beber sidra y de comer queso y ya veremos qué hacemos con los monumentos, porque solo quiero estar contigo.
jueves, 25 de enero de 2018
viernes, 12 de enero de 2018
Come here
¿Qué será de nosotros cuando todo esto acabe?
Ahora, que nos pasamos medio día sin hablarnos y nos subimos por las paredes y echamos humo como si de una locomotora nos tratásemos, ¿qué va a pasar cuando no queramos ni vernos las caras?, porque en el fondo ahora mismo quiero verte, quiero arreglarlo aunque sea demasiado orgullosa como para admitir lo estúpida que estoy siendo, pero cuando queramos vernos y no podamos decirnos de verdad lo que sentimos o cuando directamente no queramos ni hablarnos, ¿qué pasará? Porque aún nos quedan dos años y medio de sentarnos juntos, de trabajos de mierda, de quedadas de chupitos (o al menos eso espero) y con un poco de suerte tenemos planes de aquí a verano pero me aterra, por un lado, la posibilidad de que todo se chafe en mitad de todos los susodichos planes y no podamos mirarnos a los ojos sin odiarnos o pasarlo mal y, por otro, que nos convirtamos en una lista de planes que cumplir. Que solo sigamos juntos por miedo a romper la rutina. ¿Qué rutina? Pues la que tarde o temprano vamos a terminar creando, que no es malo, pero me da miedo que, precisamente, tengamos miedo a acabar con ello llegado el momento. No lo sé. No sé por qué me planteo estas cosas ahora cuando ni siquiera hay una relación formal que romper. Me has leído y no me has respondido y yo tengo tantas ganas de verte que creo que me voy a morir de necesidad. Agh. Qué mala es la obsesión.
Ahora, que nos pasamos medio día sin hablarnos y nos subimos por las paredes y echamos humo como si de una locomotora nos tratásemos, ¿qué va a pasar cuando no queramos ni vernos las caras?, porque en el fondo ahora mismo quiero verte, quiero arreglarlo aunque sea demasiado orgullosa como para admitir lo estúpida que estoy siendo, pero cuando queramos vernos y no podamos decirnos de verdad lo que sentimos o cuando directamente no queramos ni hablarnos, ¿qué pasará? Porque aún nos quedan dos años y medio de sentarnos juntos, de trabajos de mierda, de quedadas de chupitos (o al menos eso espero) y con un poco de suerte tenemos planes de aquí a verano pero me aterra, por un lado, la posibilidad de que todo se chafe en mitad de todos los susodichos planes y no podamos mirarnos a los ojos sin odiarnos o pasarlo mal y, por otro, que nos convirtamos en una lista de planes que cumplir. Que solo sigamos juntos por miedo a romper la rutina. ¿Qué rutina? Pues la que tarde o temprano vamos a terminar creando, que no es malo, pero me da miedo que, precisamente, tengamos miedo a acabar con ello llegado el momento. No lo sé. No sé por qué me planteo estas cosas ahora cuando ni siquiera hay una relación formal que romper. Me has leído y no me has respondido y yo tengo tantas ganas de verte que creo que me voy a morir de necesidad. Agh. Qué mala es la obsesión.
jueves, 11 de enero de 2018
Enfados y demás parafernalia
Es gracioso esto de leerme después de un tiempo: parece todo desastroso, triste, patético. La inmensa mayoría de las veces que escribo me siento así. Y es que soy un desastre, de eso no hay ninguna duda.
Me enfadé.
¿Te das cuenta de lo irracional que es el motivo de tu enfado? No, qué, pero si yo soy lo más racional de este maldito mundo. Me he enfadado, hostias. Me he enfadado porque necesito tu atención, porque necesito que quieras estar conmigo cuando yo quiera que estés conmigo (y si no quiero, pues te fastidias), porque me siento terriblemente sola a todas horas, porque contigo no tengo tantísimas ganas de llorar en continuo.
Y tú no lo entiendes, tú qué vas a entender si lo que menos te gusta de mí es que piense tanto las cosas. No te enfades por esta tontería. No, gracias. No voy a enfadarme por temas trascendentales de la leche cuya solución necesita de una tesis y varios debates. Me enfadaré por lo que se enfada todo el mundo.
Se me pasará, no te preocupes. No se me da bien estar enfadada. Pero quería tanto que me siguieras la corriente y que vinieras. Y no sentirme sola. Por encima de todo no quiero sentirme sola entre tantísima gente. Pero ahora haces que lo recuerde a él y que me sienta terriblemente mal. Y que quiera hablarle y le suplique por su amor de nuevo porque no estás tú para ocupar mis pensamientos. Bueno, no está tu versión buena de ti. Y cuando las cosas no son perfectas tiendo a volver la vista atrás porque oh, toda vida pasada fue mejor.
No es culpa tuya, por supuesto. Esto viene de muy atrás, no eres el primero que no entiende nada cuando todo debería estar bien pero, paradójicamente, no lo está. Me gusta liarla, supongo. Siempre me gustó llevar las cosas al límite, a ver quién aguantaba más. Aún no has visto nada. Probablemente no te deje verlo, no voy a ser tan cruel como para hacerte pasar por todo esto más de lo estrictamente necesario. Así que nos veremos mañana para el examen, ¿no?
Me enfadé.
¿Te das cuenta de lo irracional que es el motivo de tu enfado? No, qué, pero si yo soy lo más racional de este maldito mundo. Me he enfadado, hostias. Me he enfadado porque necesito tu atención, porque necesito que quieras estar conmigo cuando yo quiera que estés conmigo (y si no quiero, pues te fastidias), porque me siento terriblemente sola a todas horas, porque contigo no tengo tantísimas ganas de llorar en continuo.
Y tú no lo entiendes, tú qué vas a entender si lo que menos te gusta de mí es que piense tanto las cosas. No te enfades por esta tontería. No, gracias. No voy a enfadarme por temas trascendentales de la leche cuya solución necesita de una tesis y varios debates. Me enfadaré por lo que se enfada todo el mundo.
Se me pasará, no te preocupes. No se me da bien estar enfadada. Pero quería tanto que me siguieras la corriente y que vinieras. Y no sentirme sola. Por encima de todo no quiero sentirme sola entre tantísima gente. Pero ahora haces que lo recuerde a él y que me sienta terriblemente mal. Y que quiera hablarle y le suplique por su amor de nuevo porque no estás tú para ocupar mis pensamientos. Bueno, no está tu versión buena de ti. Y cuando las cosas no son perfectas tiendo a volver la vista atrás porque oh, toda vida pasada fue mejor.
No es culpa tuya, por supuesto. Esto viene de muy atrás, no eres el primero que no entiende nada cuando todo debería estar bien pero, paradójicamente, no lo está. Me gusta liarla, supongo. Siempre me gustó llevar las cosas al límite, a ver quién aguantaba más. Aún no has visto nada. Probablemente no te deje verlo, no voy a ser tan cruel como para hacerte pasar por todo esto más de lo estrictamente necesario. Así que nos veremos mañana para el examen, ¿no?
lunes, 8 de enero de 2018
Amor y muchos otros desastres
Te miro. Insistentemente. Quizás así puedas averiguar qué pienso. Pero tú sólo me miras de vuelta y sonríes. Sonrío. Todo acabó de nuevo. Una vuelta de tuerca más a este barullo de pensamientos que me atormentan. Porque por primera vez desde que todo esto empezó siento la necesidad de algo más. De ir un paso más allá, por muy innecesario que sea. Quiero que tu hermano hable de nosotros como novios y no pensar "no, no somos novios". Quiero una fecha que celebrar. Quiero poner tu nombre dentro de un corazón y que sea justificable ese nivel de moñería (no, seamos realistas, esto no quiero hacerlo). Quiero tener la posibilidad de cogerte de la mano cuando quedemos con los demás y no sentirme culpable por meter la idea equivocada en la cabeza del resto del mundo.
Pero no quiero hacerte daño, por encima de todo no quiero hacerte daño. Podría pedirte salir y estoy casi segura de que me dirías que sí, y probablemente no cambiara gran cosa. Pero tengo que explicarte los términos y condiciones, ¿podrías aceptarlos tan rápidamente entonces?
Porque no te voy a prometer amor eterno, no puedes contar con una vida juntos, no te puedo prometer fidelidad ciega, esta vez no. Y esto no es algo malo, no quiere decir que te quisiera menos o que me faltara algo, pero soy consciente de lo que estoy pasando y solo contigo consigo estar bien. Hemos avanzado poco a poco en esta relación aparentemente sin futuro y hay demasiados planes a largo plazo como para plantearme que pueda no funcionar. Porque es obvio que hay muchas cosas en las que no vamos a estar de acuerdo nunca, pero creo que hacemos buena pareja. Que nos lo pasamos bien juntos. Que, por ahora, no nos aburrimos pese a hacer planes en su mayoría terriblemente aburridos.
Hay muchos pros y muchos contras en juego, aún no tengo claro en qué lado terminará el peso de la balanza y está claro que, si sientes la misma necesidad que yo, lo disimulas muy bien así que dudo que vayas a hacer nada por cambiar la situación, y créeme que lo entiendo después de la tesitura en la que te he puesto con mis charlas conspiparanoicas sobre las nuevas teorías del amor y las relaciones. Así que, no sé, quizás un día de estos me arme de valor y te pida salir. O no.
Pero no quiero hacerte daño, por encima de todo no quiero hacerte daño. Podría pedirte salir y estoy casi segura de que me dirías que sí, y probablemente no cambiara gran cosa. Pero tengo que explicarte los términos y condiciones, ¿podrías aceptarlos tan rápidamente entonces?
Porque no te voy a prometer amor eterno, no puedes contar con una vida juntos, no te puedo prometer fidelidad ciega, esta vez no. Y esto no es algo malo, no quiere decir que te quisiera menos o que me faltara algo, pero soy consciente de lo que estoy pasando y solo contigo consigo estar bien. Hemos avanzado poco a poco en esta relación aparentemente sin futuro y hay demasiados planes a largo plazo como para plantearme que pueda no funcionar. Porque es obvio que hay muchas cosas en las que no vamos a estar de acuerdo nunca, pero creo que hacemos buena pareja. Que nos lo pasamos bien juntos. Que, por ahora, no nos aburrimos pese a hacer planes en su mayoría terriblemente aburridos.
Hay muchos pros y muchos contras en juego, aún no tengo claro en qué lado terminará el peso de la balanza y está claro que, si sientes la misma necesidad que yo, lo disimulas muy bien así que dudo que vayas a hacer nada por cambiar la situación, y créeme que lo entiendo después de la tesitura en la que te he puesto con mis charlas conspiparanoicas sobre las nuevas teorías del amor y las relaciones. Así que, no sé, quizás un día de estos me arme de valor y te pida salir. O no.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)