Algunas veces me planteo si Antonio ha sido una especie de tumor en nuestro grupo. Una persona agradable al principio, normal, cogimos demasiada confianza demasiado rápido, y él se aprovechó de su situación para hacer con nosotros lo que él quería, nos controlaba. Laura fue la primera en darse cuenta, de hecho intentó decírnoslo, pero (y es cierto por mucho que me duela) nos engatusaba con sus chistes malos y... ¿y qué más? En realidad no entiendo porqué nos gustaba estar con él.
Después fui yo. Era mi amigo, sí, pero una persona tan pesada no era algo normal, tan empalagosa, tan enfermiza, tan enamorado de mí, ya no podía aguantarlo más, poco a poco me fui dando cuenta de que lo único que quiere es llamar la atención y la única forma de la que sabe hacerlo es enfadarse con nosotros para que le pidamos perdón por algo que supuestamente hemos hecho y que después él se sienta muy culpable y todo vuelva a ser igual. Para nuestra desgracia hay algunos individuos que aún no se han dado cuenta, personas que puede que lo pongan a parir a sus espaldas pero después hacen de perros falderos a la perfección, que no tienen personalidad y necesitan a alguien que sepa mover los hilos aunque sólo sea un crío engreído necesitado de cariño y con demasiada rabia acumulada. Me lo paso bien con él, sí, pero desde el año pasado todo ha cambiado, y aunque le echo las culpas de más cosas de las que realmente es culpable, es cierto que si él no hubiera estado las cosas ahora serían muy distintas entre nosotros, y posiblemente también mejores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario