domingo, 25 de septiembre de 2011

Algo es algo

Me siento algo sola. No es mucho, pero es algo, y siempre es peor que no sentirse sola, pero me siento sola. Algo sola. No demasiado. Lo suficiente como para sentirte mal contigo misma por algo que no has hecho.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Sólo es una clase más en la que pensar

Ha acabado el recreo y estoy en matemáticas. La mujer bipolar que tenemos como profesora a veces chilla, a veces ríe, en realidad me da igual. En realidad ahora todo me da igual; ahora, que he asimilado que no volverás a ser mi mejor amigo. Cosa que no entiendo del todo. Decías que sólo te juntabas conmigo por Jesús, pero sin embargo no pareció que te distanciaras mucho cuando él se fue ni tampoco cuando dejó de juntarse con nosotros. Entonces, ¿por qué? Esto puede que se parezca a ese mensaje que te mandé hace ya algún tiempo, pero para mi desgracia las cosas no han cambiado y yo sigo pensando lo mismo. Que la distancia no importa, ni lo que sintamos el uno por el otro. Sólo... creía que siempre estarías ahí, donde fuera, para mí. Pero ahora sois tú y él, no tú y yo como en algún momento fuimos. Pues nada, habrá que seguir adelante, no puedo caracterizarme por ser siempre la débil, por ser la que ve todo o muy bien o muy mal, no puedo hacerlo. Sé que se te pasará, sé que volveremos a ser amigos, pero no sientes ni sentirás ya la más mínima necesidad de ser el mejor para mí. Yo, por el contrario, sí, pero no es nada que no pueda controlar. Soy lo suficientemente fuerte como para aguantar las borderías que Antonio dice de mí, y también soy lo suficientemente consciente como para saber que aunque no digas nunca nada cuando él está delante, estás de acuerdo con lo que dice, así que... sólo me queda decir una cosa, pero cómo no sé exactamente lo que es, dejémoslo en... ¿qué tal está Ana?

jueves, 15 de septiembre de 2011

Hace más de un año...

Sé que es extraño, pero cuando hablamos... como decirlo... me parece que dejo de quererle. Puede que porque él no demuestra en absoluto que me quiere, o porque sean sólo palabras, no lo sé, pero me jode mucho, que de repente te deje de gustar alguien, así por las buenas, no le tiene que sentar bien a nadie. Es que... de verdad, no sé qué hacer, es todo tan complicado, le pregunto cualquier cosa y termina lo más rápido que puede con él, no muestra ningún interés y siempre dice en algún momento que tiene piscina y que lo que hace por las tardes es bañarse y dibujar. Me quedó claro a la primera, tiene piscina, lo sé, y dibuja bien, también lo sé, no hace falta que se regodee. Y después, siempre, siempre, cuando se va me dice que me quiere, en todas las putas despedidas. Qué repetitivo, lo sé, y me gusta que me lo diga, pero es siempre lo mismo, y en serio, a mí también me gustaría decírselo, pero no puedo, soy incapaz, siento que le estaría mintiendo, porque en realidad no le quiero, sólo durante ese tiempo, después un periodo de reflexión y... nada. Es raro, pero creo que hasta que no vuelva a verle no le querré, y es aún más raro, o más bien curioso, porque cuando vi el cartelito de que estaba escribiendo, fui feliz, en un instante el mundo era perfecto, pero después termino totalmente cabreada, sin ganas de hablar a no ser que sea para mandarlo a tomar por culo. En resumen, todo él me pone de los nervios, pero tengo el defecto de querer estar con él, aunque no le quiera, o aunque no tenga ni idea de lo que sienta, seguramente si nos encontráramos solos en alguna calle por casualidad me abalanzaría sobre él, o eso sería lo que querría hacer pero en su lugar agacharía la cabeza, me pondría como un tomate y diría hola a un tono inaudible.

jueves, 8 de septiembre de 2011

La noche más triste; la vida más feliz

Se miró al espejo y vio a otra persona parecida a ella. Tenía el pelo más enmarañado de lo normal, los labios más rojos, los pómulos llenos de surcos de lágrimas y los ojos inyectados en sangre, con las pestañas amontonadas y húmedas; los párpados hinchados. Se miró a los ojos. De repente una imagen pasó delante, una escena, una milésima de segundo. En la boca de incendios a las ocho de la tarde.
-Tienes los ojos colorados- le susurró.
-Qué raro- le respondió.
Ambos rieron.
Le recordó, sonrió, perdió el equilibrio y volvió a llorar.

Había acabado. Todo había acabado. Lo había olvidado. Tiró su cepillo de dientes, volvió a escuchar canciones de Muse, dejó de escuchar las canciones de Pereza que tan poco le gustaban, empezó a meterse en su autobiografía después de casi medio año de aislamiento, volvió a sentirse persona... no una persona feliz, pero era un comienzo. Y sabía que se echaría atrás. Volvería a echarle de menos y a recordar sus besos una y otra vez, pero era algo que estaba dispuesta a asumir, porque su recuerdo ya no la hacía llorar, porque estaba dispuesta a encontrar a su paraguas amarillo, el amarillo más amarillo que se haya visto jamás en la gama de amarillos.

martes, 6 de septiembre de 2011

El paraguas naranja

A veces te echo de menos. Sí, y pensar que yo pudiera sentir algo, pues sí, siento amor, siento tristeza, siento soledad, siento que mi mundo sigue viniéndose abajo sin ti. Pero no, no me rendiré, volverás a caer a mis pies, volverás a verme con los ojos con los que me mirabas hace un año y te darás cuenta de lo que perdiste, porque vale, ahora te echo muchísimo de menos y me parece que nadie podrá igualarte, que llegaste a ser el jodido amor de mi vida, mi paraguas amarillo... tonterías, si lo hubieras sido no me habrías mentido, porque la gente que se quiere no se miente, y tú me mentiste, pese a que me dijiste que no lo volverías a hacer, así que no, no fuiste mi paraguas amarillo... si acaso naranja, y cuando encuentre al verdadero, al que realmente será mejor que tú y me querrá y no me hará daño, seré feliz, y aunque parezca complicado, seré más feliz de lo que lo fui nunca contigo, porque poco a poco me di cuenta de que se te estaba pasando el amor, y el miedo es muy malo en esas situaciones, y tú lo sentiste y fuiste tan cobarde que no tuviste el valor de afrontarlo, tiraste por el camino más fácil, pero no creo que fuera el mejor, sinceramente.

Mi paraguas amarillo particular

¿Por qué demonios soy tan bipolar? Sinceramente, no lo entiendo, pero cualquier detalle hace que me cambie el estado de ánimo y es una jodida putada. Así que aquí estoy, necesitada de enamoramiento y todo ese rollo que no me va para nada. No soy romántica, no creo en el amor, ¿por qué entonces necesito tan ansiosamente algo de cariño? Quizás sí que sea mi rollo, pero aún no lo he probado con la persona adecuada...
Ja, ja, ja... ¿yo, romántica? No hay cosa más absurda que esa, lo mío son las relaciones basadas en la amistad, sin motes, sin cariño público, pero... he de admitir que me encantaría que alguien tuviera conmigo los detalles que tiene Ted con sus novias (¡un cuarteto de cuerda azul, ¿a quién se le ocurre eso?!). A menudo se me compara con Robin, por eso de que no le gusta lo romántico y eso... en realidad tienen razón, pero me gustaría ser Lilly con la personalidad de Robin y tener a mi Marshall con la personalidad de Ted. Qué asco de filosofía de la vida basada en Cómo conocí a vuestra madre.