sábado, 8 de enero de 2011

Dilemas

A todos nos termina ocurriendo. A algunos antes, a otros después, pero siempre es la misma duda... ¿aún le quiero?
Recuerdo lo mal que me sentí cuando me dijo que a él se le había planteado la cuestión justo la noche antes de confesarle mis deseos sexuales hacia él. Concluyó que sí, que aún me quería, sólo le había hecho falta escuchar una canción.
Yo no lo tengo tan claro.
Después de la tarde que hemos pasado y muchas noches pensando en lo mismo, no tengo ni idea de lo que siento ya. Más que creer, espero que sea que sí, es un gran chico, un poco ido, pero a su manera hace que todo a su alrededor sea perfecto, aunque no sé si es lo que realmente quiero para pasar el resto de mi vida. Demasiados enfados, es lo malo. Es la causa de la duda, ¿realmente todas las parejas discuten tanto? Aunque sea en broma, no termino de sentirme cómoda algún día que me pilla un poco peor, pues nos pasamos toda la tarde discutiendo y reconciliándonos.
Aun así, sino le quiero, ¿qué es lo que siento por él?
¿Una simple y burda amistad? No lo creo, no tengo tantas ganas de estar con la gente que normalmente es mi amiga.
¿Odio? Of course.
¿Excitación? Por supuestísimo que sí, pero eso no tiene porqué incluir amor.
¿Fraternidad? Emmm... ¿no? No lo sé, no tengo hermanos, y aunque los tuviera, no creo que quisiera entablar la más mínima relación con ellos.
Entonces... ¿qué?
Es la mejor persona que conozco, sincero, atento y simplón, a veces un poco torpe y algo lento, pero le ganan las cosas buenas a las malas con diferencia. Sin embargo, de vez en cuando es demasiado fácil. A cualquier chica le gusta un chico que sea difícil de alcanzar, pero legal, y que sepa querer como ninguno, que no siga siempre las reglas pero tampoco un pirado, desintoxicado pero que no sea un niño de mamá, y que nos entienda, aunque es importante que no sea homosexual.
Un príncipe azul vestido de negro, algo amanerado y que de príncipe tenga poco.
Tiene que ser difícil ser tío.

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