-Total, ahora que no está Laura para intentar meterle mano...- susurró ella mientras veía alejarse hacia el patio a la causa de muchos de sus quebraderos de cabeza.
De repente apareció la reina de Roma y poco a poco se adentró en la cancha, deseosa de que todos los chicos que estaban jugando sólo se fijaran en ella. Decía que no le gustaba que lo hicieran, pero realmente le encantaba, a cualquiera le encantaría, pero sin embargo no a todo el mundo le echan la misma cuenta. Pensó por un momento cómo sería ser el centro de atención, sentirse importante de una vez y que le dijeran lo buena que estaba. Sabía que nunca lo harían, por mucho escote que se pusiera nunca podría igualar a la chica que por definición se había convertido en la tía buena del grupo, y eso le dolía. No sabían lo mucho que le dolía. No la quieren, se supone era ella de la que se enamoraban por su forma de ser, pero se lo demostraban a Laura, lo cual hacía que se sintiera de lo más miserable
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