En siete horas estarás aquí. Como la canción de Bebe. Siete horas corriendo por la ciudad. Siete horas y muchas más pensando en qué te voy a decir, en qué va a pasar, en los besos que te quiero dar. Siete horas para disfrutar de la soledad antes de que inundes mi universo de nuevo; esta vez, definitivamente, sin billete de vuelta. Y me molesta un poco, ¿sabes?, haber tenido que andar detrás de ti durante todos estos meses y, sobre todo, estas últimas semanas. Me doy coraje, tenía superadas estas cosas, había dejado de pensar con los ovarios y creía que mis estándares estaban bastante más altos. A la altura de alguien que me preparara el desayuno de vez en cuando, que sintiera el peso de la responsabilidad afectiva, que no dudara al decirme que me quiere. Pero estás tú después de más de treinta horas de viaje cruzándote Europa por mí (aunque no te lo haya pedido) y no soy capaz de ver que igual es suficiente. Quizás porque siempre fui una persona que se regocija en los pequeños detalles, en el día a día, en el "te he comprado un paquete de galletas porque me acordé de ti". Las grandilocuencias, la atención, los grandes estallidos de amor nunca fueron santo de mi devoción. Y tú nunca has sido capaz de verlo. Y yo directamente no sé cómo quererte.
martes, 26 de septiembre de 2023
Siete horas, te voy a volver a ver
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