miércoles, 26 de enero de 2022

River flows in you again

 Estaba haciendo yoga y ha sonado nuestra canción. "Nuestra canción", como si tuviéramos quince años, aunque era lo que teníamos cuando decidimos hacerla nuestra. Y estaba yo tan tranquila haciendo el perro boca abajo y por un momento me he desequilibrado. Ya dije de forma mucho más pública que la música me trae básicamente por la calle de la amargura porque tiendo a relacionarla en exceso con las personas y los sucesos y las sensaciones. Y mira que hace años (pero años) que no nos vemos y que no nos hablamos y que pasaste a ser un apéndice en la historia de mi vida donde tus mayores logros fueron joderme la existencia durante unos cuantos meses y ser el primer tío que metió su pene en mi vagina (congrats!) pero algo se me revolvió durante un instante al escuchar las notas de ese piano. Quizás simplemente es que es una buena canción, no lo sé, o que puestos a echar de menos puedo echar de menos como si no hubiera un mañana incluso a gente cuyo tono de voz ya no recuerdo. La práctica de yoga terminó y ahora me jode estar así porque llevo dos días de muy buen humor y ahora ya no estoy de tan buen humor. Voy a jugar un rato al lego a ver si se me pasa.

lunes, 17 de enero de 2022

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 Ya no sé si es el frío. Las horas de luz. El aislamiento. Echarte de menos. No sé qué es lo que está haciendo que me sienta así. No te puedo escribir y me pregunto qué pasará el 19 de febrero, el siguiente gran evento en nuestro calendario: tu cumpleaños. Después de las navidades y de las lágrimas y de aquella conversación y del regalo me pregunto qué prefieres. Porque tengo la extraña sensación de que preferirías que no te dijera nada para evitarte el compromiso de tener que responderme. Y bueno, sería lógico después de todo. Pero me aferro a mis recuerdos y a tus gafas y a tus rizos en un intento desesperado de sentir que aún nos pertenecemos, que diez años son muchos años y que conformarme con tomar una cerveza no es suficiente. Pero sé que eso sí es lo que tú quieres, o al menos lo que querrás cuando decidas dejar de fingir que no existo y que plantearme viajar de nuevo contigo o ver siquiera a tus padres una vez más se sale de lo que quieres ofrecerme esta vez. Y me tiene que bajar la regla y no veo el sol desde hace una semana y hoy te echo de menos. Más que de costumbre. Pero me meto mis palabras por donde me quepan y mi dolor seguirá siendo mío mientras me haces salir del Evoland 2 para jugar al Monster Hunter cuando solo me queda un logro para conseguir el 100%. Oh, qué bien me ha venido tener una distracción en forma de videojuego pero eso, todos lo sabemos, no es una solución permanente. No, no creo que te felicite. Por primera vez en diez años no creo que lo haga. Has cambiado. Y eso está bien, aunque se haya llevado nuestra relación por delante. Suele pasarme.