martes, 10 de abril de 2018
Las relaciones familiares nunca fueron fáciles
Quiero ayudarte. Quiero que seas feliz. Necesito que seas feliz porque si no lo eres yo escribo. Y solo escribo cuando estoy triste. Me siento tan impotente ante esta situación. Es tan injusta que me da rabia. No entiendo cómo puedes vivir así, sumido en una actitud de sumisión propia de un crío bajo las amenazas de alguien que no debería amenazarte, no debería infravalorarte, no debería tratarte así. Y yo no sé qué hacer al respecto. Mañana le preguntaré al psicólogo, quizás él sepa cómo puedo ayudarte. Odio esta situación, odio este estado de intranquilidad al acercarme a tu casa, de furia cuando me dices estas cosas. Odio odiar a tu madre pero no puedo evitarlo. No después de todo lo que ha pasado y de lo que me has contado y, en gran medida, de lo que no me has contado. Quizás las cosas cambien con el tiempo, quién sabe. Por ahora y para lo que haga falta, seguiré a tu lado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario