Tenías razón. Como casi siempre, tenías razón. Me aferro a un fantasma, necesito creer que él volverá a necesitarme porque ahora mismo yo lo necesito. Quizás todo sería más fácil si lo dejara ir de una maldita vez, han pasado, yo qué sé, muchos meses, pero volvemos a lo de siempre: han sido muchos años como para asumir que no solo he perdido una pareja sino un amigo. No quiero hacero. Y a ti te ha pillado en medio de todo este berenjenal y es complicado, por supuesto que lo es, pero si lo que quieres es que lo olvide quizás deberías intentar darme razones para creer que mereces la pena. Porque la mereces, por supuesto que la mereces, pero ahora mismo estoy cegada por el rencor y la nostalgia y esa mirada aún me duele. Probablemente nunca deje de hacerlo. Creo que fue la mirada más sincera que jamás me has dedicado, como si te arrepintieras de todos y cada uno de los días que pasaste conmigo, como si hubieras sabido desde el primer día que no iba a compensar y ahora tuvieras la confirmación, como si me estuvieras haciendo un favor al no estar más conmigo, como si ahora pudiera ser más libre cuando me siento más encerrada que nunca.
Oh, cuánto dramatismo, cuánta parafernalia, cuánta frase extremista.
Eres mi amigo por encima de todo, ¿no?
No va a cambiar nada, ¿verdad?
¿Verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario