jueves, 14 de diciembre de 2017

Enter

Sería bonito pensar que podríamos ser felices juntos.

Sería bonito fingir que no tengo un pasado catastrófico a mis espaldas.

Sería bonito pretender que ese pasado no me afecta.


Pero la vida no es así. O eso creo. Para mí no lo es. No me gusta regodearme en el pasado, no me gusta llorar por quienes ya no me recuerdan, pero no soy capaz de controlarlo. No se me da bien hacer limpieza, y si tengo que cambiar todas las cosas de mi cartera volveré a guardarlo todo, hasta los vales de 5€ caducados, hasta los tickets ilegibles, hasta mi amor por ti. Porque tus malos pelos y tus ojos azules siguen en una rendija en la que no he tenido fuerzas para poner nada más. Ahora mi nueva cartera ya está imbuida por tu espíritu, como todo lo que hay a mi alrededor.

Ojalá que seas feliz, de verdad que sí. Ojalá que nunca vuelvas a necesitarme para ser feliz. No le desearía esta sensación a nadie, esta impotencia que me abruma cada vez que pasa algo mínimamente importante y no soy capaz de abrir tu conversación para contártelo. Me dijiste que te hablara, que te contara las cosas y yo lo he intentado. He intentado contarte que me he cortado el pelo, que me voy a Bruselas, que me gusta lo que estoy haciendo con mi vida, pero en lugar de eso solo puedo llorar como una magdalena y pensar en lo mucho que te echo de menos. Y entonces no te lo digo porque no quiero crear una situación incómoda más, no quiero que te sientas culpable de mis lágrimas, no quiero que me odies porque aún te quiera. Porque han pasado demasiado meses como para que sea normal que siga así, y en cierto modo no es algo que me ocurra de manera constante, pero han cancelado una fiesta a la que tenía muchas ganas de ir esta noche y llevo toda la mañana sola y he tenido que cambiar las cosas de la cartera y me cuesta escribir del tembleque que tengo y yo qué sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario