jueves, 21 de septiembre de 2017

El masajista

No, no, otra vez no.

Bueno, como si hubiera cambiado algo... en realidad no ha cambiado nada, pero no quiero que te conviertas en mi nuevo Bermellón o en mi nuevo Carlos, no sería justo para ti.

La verdad es que aun a día de hoy no entiendo qué tienes para triunfar tanto entre las chicas y a la vez no comerte ni un rosco. Eres simpático, pero no lo suficiente como para que te conozcan por tu encanto personal; eres guapo pero desde luego no una belleza; ahora ni siquiera estás en especial buena forma, entonces ¿qué tiene ese aura a tu alrededor para que tenga unas ganas desesperadas de abrazarte y comerte a besos cada vez que te tengo cerca?

Sé que aquel beso jugando a verdad o atrevimiento fue el inicio de todo. "Besa a quien tenga los ojos más bonitos" y me elegiste a mí. Oh, Rafa, si supieras cuán feliz me hiciste con aquel rápido contacto de labios. Y a partir de ahí todo ha ido a más. Ahora sueño contigo, con tus abrazos, con tus besos en el parque del Turruñuelo, es curioso porque sé perfectamente que no quiero nada más. Que ni siquiera quiero acostarme contigo, sólo quiero poder perderme en tu pelo durante unas horas y saber que tú solo estás pensando en mí.

Quizás por eso nunca vaya a pasar nada parecido. Quizás te pediría cosas que tú jamás vas a poder darme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario