Y hoy, de nuevo, volví a soñar con sus ojos. Pero esta vez no eran uno de cada color, curiosamente eran ambos de un marrón oscuro y profundo. Desde esta mañana no he conseguido pensar en otra cosa. Sus ojos mirándome, sus labios besándome, sus palabras susurrándome que querían algo más. Algún día supongo que pondré los pies en el suelo y dejaré de imaginarme estas cosas, de fantasear con Bermellón como si en algún momento de verdad creyera que algo de lo que imagino podría llegar a hacerse realidad. Pero no puedo evitarlo. Bermellón me tiene loca de nuevo, durante un corto e intenso periodo de tiempo, nada que no se me pase en un día o incluso en unas horas, pero ahora el corazón me late deprisa y solo quiero tocarme pensando que podría ser él quien lo estuviera haciendo. Si tan solo pudiera hablar con él, sé que todo se arreglaría así, iría a más o a menos, pero no estaría en este limbo de desconcierto que son mis sentimientos hacia su persona.
Mentiría si dijera que recuerdo el beso. No recuerdo eso, recuerdo los precedentes. Estábamos en mi cuarto, él se asomaba entre dos peldaños de metal de mi escalera y se acercó a besarme. Yo me aparté. Jamás entenderé por qué en ese momento me recordó a otra persona, pero estaba claro que no era a él a quien quería besar. Volvió a ser él y, curiosamente, no me dio ningún tipo de reparo el tomar la iniciativa e intentar besarlo yo. Nos besamos. Lo siguiente que recuerdo es que estábamos tirados en el suelo abrazados y sonriendo. No nos habíamos acostado, no fue un sueño erótico, pero aquella escena es... no sé cómo explicarlo... es algo. Diferente. Especial. No creo que pueda olvidarla.
¿Y si quedáramos?¿Y si fuéramos al cine?¿Y si no se nos acabaran los temas de conversación?¿Y si cenáramos y bebiéramos mucha cerveza y sangría?¿Y si fingiera estar borracha?¿Y si le confesara todo esto?¿Y si le besara?... ¿Y si él me devolviera el beso?
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