Y de repente todo el mundo estaba ahí, todo el mundo quería quedar conmigo, uno detrás de otro. Primero Bermellón pidiéndome perdón por teléfono, después Edu que estaba con Jorge y que yo intentaba por todos los medios evitar que me vieran, ya que había quedado con Jesús y tenía muchas ganas de verlo. Pero tras muchas vueltas él no era el mismo. No sabía quién era, y encima estaban Julio y Miguelito por ahí metiendo las narices. Fue todo muy caótico y extraño. Nunca me había pasado nada parecido. Y era tan real que cuando me desperté sólo podía pensar en la pena que me daba no haber visto a Bermellón para poder hablar más claramente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario