Por un momento estuve segura de que te amé. Muchísimo, además. Puede que con un triste beso que lo más probable es que no se repita no pudiera enseñarte todo lo que quería enseñarte. Quería hacerte saber cómo me sentía, cuánto deseaba que aquel momento no acabara. Sin embargo, el tiempo pasó y los acontecimientos siguieron su curso, y yo estaba ahí, en medio de todo, con el corazón en una mano y en la otra la razón.
Te di un abrazo y no me lo correspondiste. Es curioso, pero aquel detalle me hizo llorar, en ese momento poco me importaba cuánto pudiera correrse el rimmel, sólo quería entenderlo, entender qué es lo que quieres de mí. ¿De verdad crees que no me lo imaginaba, que si hubiera sido cualquier otro me habría arreglado así? Sólo quería que te fijaras en mí, que me dijeras que estaba guapa, que rieras, que fueras feliz... conmigo. Está claro que eso nunca lo voy a conseguir, que no me queda más remedio que mirar, como tantas otras veces, cómo vas formando tu vida sin mí en ella. En el fondo es de lo más normal, sé que no me lo merezco, que ese beso que te he robado sería de los más importantes y ya nunca te lo podré devolver, y me siento fatal por ello. No me importa lo que digan los demás, no me importa nada, pero me arrepiento de haberlo hecho, es algo que jamás podré perdonarme.
Y sin embargo resulta que sí puedes ser igual por chat que en persona.
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