sábado, 16 de febrero de 2013

La lista de la compra

-Una caja de Ferrero Rocher.
-Un pack de cincuenta palitos fluorescentes.
-Una botellita de Martini rellena de una mezcla azul similar a una lámpara de lava.
-Una rosa.
-Una carta.
-Un bote de gel y otro de crema hidratante.
-Un collar con dos conchas de nácar.

Si es que soy imbécil, las comparaciones son odiosas, y yo no quiero hacerlas. No debería hacerlas, porque no tengo de qué quejarme. Ya aprendí a no cambiar a los demás, a querer sus desventajas igual que sus virtudes, a que no me importaran las cosas malas, porque siempre hay más buenas. Pero, aún así, ¿qué hay de mí?¿Hay más cosas buenas que malas, soy lo suficientemente buena para los demás?
Sinceramente, lo dudo mucho. Sólo hay una persona en este mundo que es capaz de querer hasta la desventaja más grande que tengo, y sin embargo estoy aquí haciendo el gilipollas escribiendo para no llorar porque no he recibido un puto regalo por San Valentín. ¿Tan importante es? ¡Pues claro que no, me cago en dios!, no lo es en absoluto, y en realidad no importa, no es más que un berrinche, pero soy materialista, aunque intente evitarlo lo soy, no llego al punto de Laura J. en el que si no le regala algo Manu por un aniversario no le habla, pero soy materialista, y como no quiero hacer daño a nadie, me callo y después me desfogo escribiendo, porque es la única salida que me queda aparte de pegarle a una pared, lo cual no compensa.

Ah, bueno, también está ese otro tema, pero es tan complicado que no creo que fuera capaz de escribirlo, así que me lo quedo para mí hasta que sepa qué demonios siento.

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