domingo, 24 de febrero de 2013
Sueños son
Discutimos por alguna razón estúpida... no, no discutimos, simplemente me enfadé y me fui a perderme, intentando escabullirme de ti. Me perseguías por todo el edificio, me metí en una parte en la que había ropa y me cambié para que no me reconocieras, algo bastante estúpido porque sabías donde estaba. Me pedías perdón una y mil veces, pero soy muy cabezota, ni se me pasaba por la cabeza perdonarte por lo que fuera que hubieras hecho. De repente te perdí, ya no sabía donde estabas ni donde estaba yo cuando escuché una voz por los altavoces repartidos por todo el edificio: tu voz. Me pedías perdón, me decías que me querías, pero yo no quería escucharte, así que di la vuelta y volví a perderme. Me topé con unos cuantos chavales que jugaban a las cartas Magic en un sitio que parecía una zona de descanso. Empecé a hablar con ellos, nos hicimos amigos, eran de lo más simpático. Uno de ellos llevaba gafas. Llegaste, parecía que lo había olvidado todo, te di un beso, y ahí me desperté a causa de la lluvia.
Aún no
Verte allí fue la prueba más fehaciente de lo que siento por ti. Pero aún no soy capaz de admitirlo, dame algo de tiempo.
domingo, 17 de febrero de 2013
El chico perfecto (only for me)
Que le guste leer.
Delgado.
Antiguo en la forma de vestir.
Que sepa querer.
Despistado.
Detallista.
Friki.
Encantador.
Empalagoso cuando yo quiera que lo sea.
Inteligente, pero con peores notas que yo.
Entusiasta.
Que le encante la naturaleza.
Que venga conmigo de compras.
Que me proteja pero sepa que no necesito protección.
Que no le tenga miedo a llorar cuando lo necesite.
Rockero.
Republicano.
Ateo.
Que le guste Londres.
Que no me odie cuando tenga la regla.
Fiel.
No demasiado celoso pero tampoco dejado.
Buen amante.
Innovador.
Que me quiera.
Que exista.
sábado, 16 de febrero de 2013
Sé que no soy suficiente, que te mereces algo mejor, que en esta historia la mala soy yo. Y es normal, tú ya estás poniendo demasiado de tu parte, sólo por sentir algo por mí, que ni lo merezco ni soy capaz de controlarlo. Tengo miedo, pero esta vez ni siquiera sé a qué, porque siento que no vamos a ninguna parte y luego que podríamos llegar a ser la pareja más feliz del mundo. Tengo miedo a perderte y a cambiar, más de lo que ya he cambiado, tengo miedo a sufrir, tengo miedo a las represalias, tengo miedo por y de ti.
La lista de la compra
-Un pack de cincuenta palitos fluorescentes.
-Una botellita de Martini rellena de una mezcla azul similar a una lámpara de lava.
-Una rosa.
-Una carta.
-Un bote de gel y otro de crema hidratante.
-Un collar con dos conchas de nácar.
Si es que soy imbécil, las comparaciones son odiosas, y yo no quiero hacerlas. No debería hacerlas, porque no tengo de qué quejarme. Ya aprendí a no cambiar a los demás, a querer sus desventajas igual que sus virtudes, a que no me importaran las cosas malas, porque siempre hay más buenas. Pero, aún así, ¿qué hay de mí?¿Hay más cosas buenas que malas, soy lo suficientemente buena para los demás?
Sinceramente, lo dudo mucho. Sólo hay una persona en este mundo que es capaz de querer hasta la desventaja más grande que tengo, y sin embargo estoy aquí haciendo el gilipollas escribiendo para no llorar porque no he recibido un puto regalo por San Valentín. ¿Tan importante es? ¡Pues claro que no, me cago en dios!, no lo es en absoluto, y en realidad no importa, no es más que un berrinche, pero soy materialista, aunque intente evitarlo lo soy, no llego al punto de Laura J. en el que si no le regala algo Manu por un aniversario no le habla, pero soy materialista, y como no quiero hacer daño a nadie, me callo y después me desfogo escribiendo, porque es la única salida que me queda aparte de pegarle a una pared, lo cual no compensa.
Ah, bueno, también está ese otro tema, pero es tan complicado que no creo que fuera capaz de escribirlo, así que me lo quedo para mí hasta que sepa qué demonios siento.