No, no me hace falta soñar contigo a estas alturas. Yo me lo guiso, yo me lo como. Y lo cierto es que no puedo dejar de pensar en el lunar de tu lóbulo izquierdo y de cómo me lo comería. De cómo me restregaría por tu piel y entrelazaría mis dedos por tu pelo mientras te beso. Hacía tiempo que no me gustaba nadie tanto y cuanto más te veo más me gustas. No para llevarte al altar, ni siquiera para tener una relación, me gustas en el plano más físico de la existencia. Tus ojos tristes, tu sonrisa, tu lóbulo, tu vello, todo tú me gustas. Y querría poder tocarte, poder acariciarte y besarte y zambullirme en tu mirada durante horas. No es algo que me pueda permitir siquiera intentar pero una no pierde la esperanza de encontrar un resquicio de relación que nos separe de él, que nos una a nosotros sin interferencias. Puede que lo haya encontrado en las pelis de miedo pero él no me va a dejar explotarlo. Pero las noches de locura que podríamos pasar tú y yo. Lo que podríamos aprender el uno del otro. Qué bonito sería poder intentarlo en vez de tener que desnudarte con la mirada cada vez que quedamos. Te quitaría la camiseta y exploraría cada poro de tu piel hasta memorizar el plano de tus lunares. Dejaría que besaras mis estrías y que me cogieras en volandas para llevarme a la cama. Me pondría encima de ti y te escucharía gemir gritando mi nombre. Sí, sería bonito que yo también te gustara y no tener un novio al que conoces desde hace quince años. Pero bueno, para eso está este blog y mi imaginación.
martes, 16 de agosto de 2022
Ardo
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