martes, 13 de febrero de 2018

Sick

Ah, el amor. Ah, las canciones. Ah, las fotos. Y aquí me hallo, mintiendo desde el primer día, llorando de rabia y diciendo que "no estoy muy allá". Ah, si supiera, si pudiera comprender. Pero no puede, como cualquier persona que nunca ha tenido una relación, como cualquier persona que nunca se ha enamorado de verdad. Supongo que ya no es cuestión de que quiera o no superarlo, sino de si puedo o no. Y poder podré... en algún momento. No sé si el empezar una relación formal es una buena idea, por ahora creo que va tirando para el no ya que no consigo normalizarlo, de repente no quiero verlo. Qué maravilla de hormonas. Y tengo que mirar todas las fotos y todas las capturas de pantalla y, joder, no puedo evitar leerlas. Lloro. Pues claro que lloro con tanta moñería, con tanta felicidad, con tanto mensaje en inglés. Ah, siempre se me presentó como un reto y una salvación al mismo tiempo, él me enseñó tanto que, de una forma u otra, pasó a formar parte de mí misma. Y quiero creer que a él le pasó lo mismo, porque sé que yo también le enseñé infinidad de cosas. Sebastián no es el prototipo de persona con la que todo el mundo querría estar, pero desde luego se acerca más que yo y precisamente por ello se aleja más de mí. Porque él no siente demasiado, él prueba suerte, él no se preocupa en exceso no vaya a ser que lo pase mal. Y yo, pues soy yo, y si vas a seguirme la corriente síguemela bien o no lo hagas porque no puedo con el dolor, ni con la pena ni con nada. Estoy harta de tener que dar explicaciones, de sentirme mal conmigo misma, de esperar a que ocurra un milagro, de esperarle a él y de tener que aguantar tus estupideces de primerizo solo porque estoy tan encoñada contigo que asusta. Estoy muy harta de tener que elegir, y sobre todo de elegir mal, de arrepentirme, de querer volver atrás, de pedir perdón, de necesitar un cariño que no me pertenece para ser feliz. Estoy, esencialmente, harta de sentir.

lunes, 12 de febrero de 2018

Metáforas

Tenías razón. Como casi siempre, tenías razón. Me aferro a un fantasma, necesito creer que él volverá a necesitarme porque ahora mismo yo lo necesito. Quizás todo sería más fácil si lo dejara ir de una maldita vez, han pasado, yo qué sé, muchos meses, pero volvemos a lo de siempre: han sido muchos años como para asumir que no solo he perdido una pareja sino un amigo. No quiero hacero. Y a ti te ha pillado en medio de todo este berenjenal y es complicado, por supuesto que lo es, pero si lo que quieres es que lo olvide quizás deberías intentar darme razones para creer que mereces la pena. Porque la mereces, por supuesto que la mereces, pero ahora mismo estoy cegada por el rencor y la nostalgia y esa mirada aún me duele. Probablemente nunca deje de hacerlo. Creo que fue la mirada más sincera que jamás me has dedicado, como si te arrepintieras de todos y cada uno de los días que pasaste conmigo, como si hubieras sabido desde el primer día que no iba a compensar y ahora tuvieras la confirmación, como si me estuvieras haciendo un favor al no estar más conmigo, como si ahora pudiera ser más libre cuando me siento más encerrada que nunca.

Oh, cuánto dramatismo, cuánta parafernalia, cuánta frase extremista.

Eres mi amigo por encima de todo, ¿no?

No va a cambiar nada, ¿verdad?

¿Verdad?