¿Es normal que el regalo que más me ha gustado sea el de la persona que menos me importa?¿Por qué noto que la magia se está yendo?¿Por qué me haré ilusiones, si después lo único que me queda es el vacío de la decepción?
Si al menos ella hubiera sido un poco más amable, si hubiera estado dispuesta a tomarse un café, si no hubiera tenido esa cara que le llegaba hasta el suelo... ¿por qué su cumpleaños fue especial y el mío no? En fin, solo me quedan unas pinzas inútiles del Tiger y un libro de Ikea para recordarme que nunca más debo creer que mi cumpleaños puede ser especial.
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