El problema es que no consigo dejar de pensar en él. Me habría gustado pasar horas hablando con él, tenía la sensación de que detrás de ese diente roto y sus equivocaciones en el lenguaje había un chaval de lo más inteligente. Querría que me enseñara catalán. El hermano de pato me tiene loca, y yo no puedo hacer nada al respecto porque tiene tres o cuatro años más que yo y vive a mil kilómetros de mí... Ah, sí, y me lo presentó mi novio.
Pero él me miraba raro, me miraba como Miguel cuando va a decirme que estoy guapa pero sin decir nada al final. Tristemente, tengo la terrible certeza de que yo también lo hice alguna vez.
Además, esta lo del abrazo. ¿Por qué no quiso darme un abrazo?¿Demasiadas muestras de cariño?¿O simplemente no le apetecía?¿Por qué lo hizo su hermano y no él?
Agh, no podía ser complicado aquí, entonces podría al menos hablar con el susodicho, no, tiene que ser allí, lejos de mí, para encima empezar a tener la extraña sensación de nostalgia, de echarlo de menos... En fin, mis ganas de estudiar en Barcelona han aumentado un 500% desde que fuimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario