Recuerdo cuando vinieron los franceses, ese viernes a las siete de la mañana en el autobús. La sensación que recorrió mi cuerpo cuando leí aquel mensaje no la olvidaré jamás. Laura me dijo que no me confiara, que estuviera alerta en el supuesto de que aquellas palabras significaran algo más. No, no significaban nada, pero igualmente decidí no columpiarme, estar siempre a la defensiva y no confiar. Ahora lo pienso y no creo que quisiera decir eso cuando me dijo que no me confiara, pero ya me es inevitable, no consigo confiar en la gente, por miedo a perderla. Y me da miedo que por ello pierda a más gente aún.
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