viernes, 23 de junio de 2023

Premonition

El momento es ahora. Lo es, lo sé. Y después cada vez tengo más la certeza de que no será para tanto. No tenemos tanto en común, estamos en planos demasiado diferentes de nuestra existencia, esto no tenía ningún sentido, nunca lo tuvo. Y me alegro de que haya pasado, me alegro de haber tenido la experiencia y no tanto de las tardes llorando pero oye, tampoco fueron para tanto. No veré las canas que tiene en navidad ni vendrá a la boda de Ángela ni lo esperaré en la estación de Leeds pero bueno, lo querré mientras me permita quererlo, nos lo pasaremos todo lo bien que nos lo podamos pasar y podré contarle a mis nietos cómo tuve un novio estonio por el que crucé el continente, que él hizo lo mismo por mí y después, simplemente, nuestros caminos se separaron.

 

Pero a la hora de la verdad la cosa es un poco distinta. Ni él es tan independiente ni yo lo quiero tanto. La vida se me hace bola en esta casa minúscula en la que no llevo ni veinticuatro horas, qué va a ser de mí en un mes. Y no tengo sitio ni para dejar la ropa ni puedo dejar mi cepillo de dientes en el cuarto de baño y la puerta del cuarto está abierta y me da cosa cerrarla por lo que puedan pensar. Los muebles son raros, antiguos, anticuados, oscuros, sacados del peor franquismo sesentero. No sé qué estoy haciendo aquí pero no me apetece demasiado estar, lo quiero pero no creo que sea suficiente. Organizar tres semanas de excursiones no me va a quitar esta sensación de estar molestando en continuo y yo, simplemente, no sé qué hacer con mi vida. Quiero salir y patearme el pueblo e ir a los cafés y gastarme cuatro euros en un rollo de canela si me apetece, que un día es un día. Pero estoy aquí y ahora entiendo muchas cosas. Las horas de las comidas no tienen sentido, se anestesian viendo televisión mediocre y no hablan mientras almuerzan y a estas alturas no sé si es la dinámica local o soy yo la que está interfiriendo en la rutina solo con mi presencia. Me aburro. Quiero planear pero no sé por donde empezar. Querría que esto funcionara pero no funciona, el muro cultural es demasiado alto y él sencillamente no quiere escalarlo y a mí me faltan fuerzas para seguir avanzando.


Me pregunta que por qué estoy distante. "No estoy distante" respondo con un tono dos octavas por debajo de lo habitual mientras mi barbilla tiembla y trato con todas mis fuerzas de no romper a llorar antes del desayuno. No estoy distante, solo intento protegerme de lo inevitable. No estoy distante, solo me aterra la idea de estar aquí tres semanas sintiéndome como un pez fuera del agua, no puede ser tan difícil de entender. 


Lo he hecho. He mirado, de refilón, sin dejar ninguna prueba, ninguna marca del punto de inflexión que acabo de marcar. Pero lo he hecho y ahora no sé si me siento más culpable por haberlo hecho o enfadada por su silencio, por su inexpresividad, su negativa a responderle que se vaya a tomar por culo de una vez. ¿Acaso lleva todo este tiempo hablando con ella sin decírmelo?¿Le dirá a ella que la sigue queriendo?¿Será capaz de decirle de una puñetera vez que en teoría estamos juntos? Mucho me temo que me inclino hacia el no más absoluto, ¿para qué se lo iba a decir cuando en tres semanas podrían volver a su dinámica de mierda de estar juntos y ponerle los cuernos? Pero eh, no es poner los cuernos porque solo es darse el lote y eso no es ser infiel por lo visto. No me merezco este silencio, esta falta de información, este abrirme para nada. Juhan, te quiero, pero el querer no lo es todo y está claro que por muchas oportunidades que te brinde, por todos los pros del universo que te dé no vendrás conmigo. No sé si soy yo, si eres tú o si somos ambos pero creo que a estas alturas me merezco un poquito de sinceridad, que me digas a la cara que no quieres venir, ni siquiera necesito una razón pero sí una afirmativa, una decisión a la que anclarme cuando el mundo se venga abajo.


Me preguntas si lo echo de menos. Claro que lo echo de menos, es mi amigo, me lo paso bien con él, tenemos cosas de las que hablar, pero sé que no van por ahí los tiros y te digo que no, que hace mucho que dejé de echarle de menos en ese sentido y probablemente sea verdad, aunque me encuentro dándome cuenta de que sí que echo de menos ciertas cosas de nosotros. La complicidad, los objetivos de vida, las cosas en común. Cosas que no puedo compartir contigo y que a la hora de la verdad serán las que nos separen, los pilares, los fundamentos de la relación. Lo bueno es que probablemente también será lo que nos salve de la tristeza, el saber que no estaba predestinado, que siempre fue algo temporal, que nunca podría ser algo más que un amor de verano venido a más.