jueves, 15 de junio de 2017

Cafés

Te vi (de nuevo). Soñé contigo (de nuevo) como suele pasar cada vez que te veo. Volví a sentir esa necesidad imperiosa de saltar, correr hacia ti y saludarte, pero había demasiada familia de por medio. Y después de pasar el poco tiempo que nos quedaba en la cafetería mirando hacia el lugar por el que habías desaparecido, después de haberte sustituido momentáneamente en mis fantasías por Rafa, llegó la noche y soñé contigo. Volvías a quererme. Me deseabas, y yo notaba cómo se me ponía la carne de gallina con el roce de tus dedos en mi barriga. Vaya si lo recuerdo.

Lo curioso es que al verte no me creaste esa sensación, te vi rapado (de nuevo) y no me gustó. Vi tu espalda y no me gustó. Pero por la noche, ese doble que he creado de ti para mi uso personal sí me gusta. Me gusta muchísimo. El problema ahora es intentar ser capaz de saber separar la realidad de la ficción y no creerme ni por un solo instante que el tú de mis fantasías se parece lo más mínimo al de la realidad.